El proceso de secado en cerámica puede parecer simple, pero es una de las etapas más importantes para asegurar que tus piezas lleguen sanas y salvas al horno. Una pieza mal secada puede agrietarse, deformarse o incluso explotar durante la quema, echando a perder horas de trabajo. Por eso, vale la pena hacerlo con calma y atención.
¿Qué ocurre durante el secado?
Al secarse, la arcilla pierde agua y se contrae. Esta contracción no ocurre de manera uniforme si el secado es muy rápido o desparejo, lo que puede generar tensiones internas y grietas. Una buena pieza cerámica necesita secarse de manera lenta, pareja y completa antes de ir al horno.
Tips para un buen secado:
🕰 No te apures. Dale tiempo a la arcilla para perder el agua lentamente. Secar muy rápido puede provocar grietas o que la pieza se deforme.
🌬 Evita corrientes de aire. No pongas tus piezas cerca de una ventana abierta o estufa. Lo ideal es un ambiente ventilado pero sin corrientes directas.
🧺 Cúbrelas con plástico. Durante los primeros días, cubre tus piezas con una bolsa plástica o tela húmeda. Así controlas la pérdida de humedad de forma pareja.
📦 Secado parejo. Asegúrate de que todas las partes de la pieza (base, bordes, asas) reciban el mismo nivel de aire. Si una zona seca antes que otra, pueden aparecer fisuras.
🪵 Ponlas sobre una superficie porosa. Como una madera o una bandeja con cartón, que ayude a absorber la humedad del fondo.
🧱 No las pongas directo sobre cemento o metal. Estas superficies pueden enfriar demasiado la base y provocar un secado desigual.
🔥 Antes del horno, ¡revisa! La pieza debe estar completamente seca antes de entrar a la primera quema (bizcocho). Si aún se siente fría al tacto, probablemente todavía tiene humedad.
En el proceso cerámico, la paciencia es clave. Un buen secado es el puente entre una pieza frágil y una obra duradera. Así que no lo subestimes, acompaña a tus piezas en ese proceso y notarás la diferencia en los resultados.
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